Aquí estoy, regresé vencida,
después de perder batallas,
de ver estrellas dormidas,
de cerrar los ojos a la ausencia.
Otra vez aquí,
con los pies descalzos,
silenciando los pasos,
con la espada desgastada,
y el escudo oxidado.
Regresé, con el alma en las manos,
frente a ti para perder la última batalla,
con la mirada transparente
y el corazón dispuesto a todo.
Regresé, después de mil guerras,
para descansar entre tus brazos,
para darte mi sed,
mi anhelo de paz,
para dejarme vencer.
Solo a ti puedo entregar mis heridas,
mis armas,
mis alas,
y el resto de mi vida.
1 comentario:
Ays!... mi niña... nunca entregues el "resto de tu vida", es tuya y solamente tuya! No la regales, simplemente vívela como tu más quieras.
Muxus
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